domingo, 13 de septiembre de 2015

El hombre tranquilo

El curso político en Leganés comenzó la pasada semana con un Pleno municipal maratoniano que dejó claras señales de la crispación política que viviremos en los próximos cuatro años.

Ni tan siquiera la templanza del alcalde, Santiago Llorente, logrará aliviar la tensión de unos Grupos políticos municipales expertos en fomentar aquello de que cuanto peor, mejor.

Y es que el primer edil se ha empeñado desde el primer día en hacer de poli bueno, o lo que viene a ser lo mismo: decir a todos que sí. Y cuidado porque no existe el poli malo y aquí ha pedido todo hijo de vecino, desde el principal partido de la oposición (o casi) hasta el que hace las fotocopias.

La alcaldía le llega a Llorente y a su “troupe” 12 años después de pedir la cabeza de José Luis Pérez Ráez tras los malos resultados electorales del año 2003. En ese momento pecó de soberbio e imprudente y ahora su defecto es el exceso de complacencia.

A punto de cumplirse los primeros 100 días de Gobierno, el PSOE inicia este lunes las reuniones con el Grupo municipal Izquierda Unida para que el portavoz de IU, Rubén Bejarano, pase a formar parte del Gobierno municipal.

Un Gobierno al que se ha invitado a otras formaciones como Unión por Leganés (ULEG) o Ciudadanos, (con reuniones más informales que otra cosa) pero que por lo pronto tan sólo crecerá en un edil. El futuro pasa por incorporar a los dos de C´s y a partir de ahí conseguir la gobernabilidad, ya que la mayoría absoluta es una utopía.

Y digo que se ha invitado a ULEG, pero no es menos cierto que en este momento la entrada de los independientes a un gobierno socialista está prácticamente descartada, por lo que el futuro en la oposición pasaría inevitablemente por un triángulo nada amoroso entre Leganemos, Unión por Leganés y Partido Popular.

Cierto es que Santiago Llorente tiene el bolígrafo que firma los decretos y preside la Junta de Gobierno, pero su Ejecutivo es débil desde la cuna y los cargos de confianza impuestos poco o nada ayudan. Las futuras incorporaciones le darán un soplo de aire fresco y lo que es mejor: un saco más para encajar golpes.

Porque lo que le viene son críticas por la derecha y por la izquierda. El PP debe recomponerse y comenzar a hacer oposición porque ahí le han puesto los vecinos.

ULEG hará lo que mejor sabe y la experiencia dice que desde ahí siempre crece.

Lo de Leganemos es una incógnita. Sabemos de dónde viene su fuerza pero también con quién se intercambian los folios. Será divertido.

Veremos entonces si Santiago Llorente imita a John Wayne en el clásico de John Ford: “El hombre tranquilo” que regresa a su Irlanda natal para darse cuenta de que la vida entre los habitantes de su ciudad no es tan idílica como él espera. El final es de película.

1 comentario:

Ruf. dijo...

Santi, el Nepote, Alcalde de rebote, hace lo único que puede hacer, ganar tiempo, dar cuerda, y más cuerda, hasta que dure.

No tiene más opción, débil en el Psoe, con los "otros" siempre esperando la ocasión, que llegará, llegará, y más si Perico sale bien, el Psm se refuerza, y Santi con sus "niños malos" queda otra vez con el culo al aire.

Mientras dar pesebre, p.ej a la oposición, con sueldos de escándalo a concejales de escasa o nula dedicación.

Y pesebre a los propios, unas veces de mejor gana, el javito, borreguil, calvente, la vieja guardia santiaguera, incompetente, pero leal, de momento al menos.

Otras de peor gana, la "cabecita colorá", que ya se vendía como futura consejera, y a punto de ir al paro, y así..........tantos otros, chico, massó, baeza, etc......................los impuestos por el "cupo".

La oposición, enredando con que sí, que no, la dichosa moción.

Necesaria es, no ay Gobierno, salvo que consideremos como tal al trío calavera.

El Alcalde Nepote, flanqueado por una pancartera vecinal, Micó, y la portera del Charco, Virgi.

La cuestión es quien le pone el cascabel al perrito, ....guau, guau.

Hace falta generosidad, mucha, que la Alcaldía no vuelva a la gente loca.

Así nos quitaremos de encima a esta pandilla.

Ruf.