Llegará un
momento en que en Leganés nada sea noticia. Más que nada porque aquí pasa de
todo…. Y lo que nos queda.
Año tras
año, las Fiestas en honor de San Nicasio nos dejan alguna perla para recordar
por los siglos de los siglos. En esta ocasión, el tiempo y la falta de
previsión jugó una mala pasada al Ayuntamiento, cuyos responsables se vieron
obligados a suspender varios conciertos, no sin antes montar una “charlotada”
con grúa y carpa incluidas.
El
esperpento se apodera de la gestión y la víscera de la política. En Leganés
cada vez se habla menos de la ciudad y sus problemas, porque sus nefastos
protagonistas andan enfangados en guerras personales que les desacreditan como legítimos
representantes de los leganenses.
Nadie habla,
porque no les interesa, de una ordenanza de gasolineras recién aprobada bajo la
tutela de empresarios interesados en acrecentar las restricciones a la libre competencia.
Una cacicada con intereses económicos que acabará explotando si no ponen
remedio.
No se
comenta nada sobre un Polígono industrial como Leganés Tecnológico, donde el miedo
al rédito electoral puede acabar por espantar empresas que buscan suelo en un
enclave privilegiado.
No se habla
de la sentencia condenatoria contra el Ayuntamiento que ha costado a todos los
leganenses la friolera de 1.286.962 euros. Ni se hablará de las que están por
llegar que pueden destrozar el presupuesto municipal de un consistorio que
reduce sus ingresos a un ritmo vertiginoso.
Los cuatro
Grupos políticos miran ya a 2015 dejando a los ciudadanos en un segundo plano,
ninguneando a los electores pero por encima de todo a aquellas personas que les
colocaron en el sillón de cuero.
Hablar de
consenso político para hacer ciudad es una utopía, pero llegar a un acuerdo
sostenido y auspiciado por algún lobby económico es relativamente sencillo. Ese
es el Leganés que nos ha tocado.
Y mientras
el Gobierno local hace aguas (nunca mejor dicho) la oposición se mide en base a
ese fatídico juego basado en que abstenerse o apoyar al Gobierno en cualquier
asunto es “dar aire” al Partido Popular.
Un dogma de fe que señala con el dedo a aquel Grupo que se atreva a levantar la mano junto al
Gobierno local en el salón de Plenos.
El Partido
Socialista comparte, apoya y difunde el dogma como si fuera suyo, pero ya hemos
comprobado cómo se han visto obligados a “traicionar” esta singular e
interesada creencia. Y claro, toda traición tiene su lógica consecuencia. Desde
las redes sociales han recibido estopa a base de bien por, según ciertos
predicadores, “sostener” al Gobierno de Jesús Gómez.
Que el
ejecutivo local es y ha sido un desastre, eso lo digo y lo escribo con letras
mayúsculas, pero decir que el PSOE sostiene al PP por abstenerse en esta
decisión es demagogia pura y dura. Otra cosa es que los socialistas se lo
merezcan por poner una vela a Dios y otra al diablo. Habrá más.