En Leganés se habla de todo menos de política. La actualidad
viene marcada por el enfrentamiento nauseabundo entre parte del Gobierno local
y de una oposición que lejos de pelear por el vecino, lucha por echar del poder
a un alcalde que sólo tiene ojos para el Smartphone.
El tiempo en La Roca y alrededores gira en torno a la
batalla mediática que libran en las redes sociales los aliados de uno y otro
bando. Una ridícula y estéril contienda, que al vecino ni le va ni le viene. Es
más, ni la conoce.
La vida política en nuestra ciudad es ya algo personal… y
eso se acabará pagando en las urnas. Porque mientras estos hooligans del
twitter se pegan entre ellos con mil y una artimañas (trolls incluidos), el
resto de la sociedad camina en otra dirección.
Las encuestas –esas que no se cree nadie porque siempre se
equivocan- dicen que algo está pasando y Leganés no será ajena a esta
tendencia. La previsible entrada de nuevas fuerzas políticas en la Corporación
podría convertir la confección del próximo Gobierno local en un galimatías.
Y ojo porque la irrupción de PODEMOS será la clave en ese
futuro Ejecutivo. Una formación que ha dejado abiertas las puertas de casa y
eso siempre tiene su riesgo. De hecho, en Leganés ya tiene okupas.
Los grandes partidos (PP y PSOE) siguen sin definir sus
candidatos para las próximas elecciones municipales. En el PP está claro que
será La Jefa quien decida, pero el PSOE acaba de iniciar un proceso que acabará
en lío como casi siempre.
Rafael Gómez Montoya quiere ser candidato y aunque quería
hacer público mañana mismo su ferviente deseo, el PSM de Tomás Gómez le ha
obligado a recular. En una semana habrá novedades.
Los terceros en discordia andan preocupados por igual porque
no les salen las cuentas. Por ello no descarten pactos previos o a posteriori
que condicionen el voto a formaciones como ULEG, IU o UPyD.
Mientras llega o no llega esa tercera vía que pelee contra
el bipartidismo, en Leganés parece como si nadie dirigiese la ciudad. La gestión
no se cuenta y por lo tanto no existe.
Los ciudadanos, acorralados por el paro y un futuro poco
halagüeño, seguro castigarán a unos políticos que sólo se preocupan por medir
sus fuerzas y repartirse el poder. Se arrepentirán… seguro.
Les recuerdo que algunos intentamos trabajar en medio de
esta jungla repleta de podredumbre ética y política. Un escenario de bajeza moral,
al que hemos llegado por la avaricia de cuatro o cinco ineptos que un día se
sentaron en una mesa camilla para repartirse esta ciudad que es de todos.