Los ciudadanos tenemos la sana costumbre de
etiquetar a nuestros alcaldes con apodos o calificativos que, casi siempre,
tienen mucho que ver con aspectos negativos de su gestión.
Al ex alcalde de Leganés, Rafael Gómez
Montoya, aún se le recuerda como “el del Sarkomovil”, un grave error político que le persiguió
durante toda la pasada legislatura.
Al actual alcalde Jesús Gómez ya le llaman “el de los cuatro sueldos”. Y es que con la que está cayendo, que el primer edil de
Leganés perciba cuatro retribuciones de administraciones públicas raya lo
grotesco.
Lo de que Gómez tenga varias nóminas no es nuevo. Al regidor leganense le viene esta afición desde que era asesor de la
presidenta Esperanza Aguirre. Claro que ahora lo tiene mucho más fácil:
alcalde, diputado regional, consejero de Caja Madrid y lo propio en Gesmadrid
(ahora Bankia Fondos). Hagan caja y… ¡ta ta tachán!: 110.000 al año. No está
mal para haber sido fontanero antes que fraile.
Sin embargo, lejos de no restarle mérito a la
capacidad laboral de Gómez, resulta paradójico que un ultra liberal como él,
que reniega del estado (ahí está su vasta bibliografía), no tenga pudor en
recibir cuatro nóminas del “rancho público”.
“Hombre, si se lo curra…” pensará alguno de
ustedes. Pues sí, no digo que Jesús Gómez no trabaje (eso sí, en coche
oficial), y no digo que no sea legal llevar a casa cuatro nóminas a fin de mes.
Digo que no es el momento y digo que queda feo en un alcalde, aunque sea muy
muy de derechas, como me dijo uno de sus asesores.
Y es que sólo por mostrar una pizca de respeto
a los casi 19.000 vecinos inscritos en las listas del INEM, le recomiendo hacer
un ejercicio de autocrítica y salir de este jugoso aprieto económico en el que
se ha metido no sin ayuda de alguno de los suyos que, lejos de aliviar su
pesada carga monetaria, echan piedras sobre su tejado.
Anímese alcalde, que en época de crisis no basta
con ser puro, también hay que parecerlo. Si lo hace, prometo que ya no le
llamaremos más Jesús “el de los cuatro sueldos”.
O al menos hágalo por su compañero Juan Soler,
alcalde de Getafe, quien cree necesario reducir el gasto político empezando por
ustedes mismos porque “en nuestra condición de representantes
públicos tenemos que ser los primeros en hacer un esfuerzo si vamos a pedírselo
a los ciudadanos”.
Eso es ser coherente, amigo Gómez. Percibir cuatro sueldos –todo ello
dinero público- mientras sus convecinos las pasan canutas es para hacérselo
mirar. Usted mismo.