martes, 5 de julio de 2016

Lo que hace especial a un líder político



El último Debate sobre el estado de la ciudad ha marcado un antes y un despúes en la figura de Santiago Llorente como político.

El alcalde de Leganés destrozó en apenas dos discursos todos los estereotipos creados en torno a su persona, un político con más de 20 años de experiencia a sus espaldas, dinamitando su afable imagen pública en sendas sesiones plenarias plagadas de errores tanto en el fondo como en la forma.

Y es que Llorente ha pasado de ser “El hombre tranquilo” a “el alcalde desquiciado”. Ya arrancó mal el miércoles 29, con una intervención titubeante, errática y plana que alguien le colocó en el atril apenas 5 minutos antes del inicio del Debate. Es consabido que el regidor no tiene en la oratoria su punto fuerte, pero cuando uno desprecia su discurso el resultado es aterrador.

Llorente debe confesar que no preparó su texto y entiendo que no dejó que se lo preparasen, lo que es aún peor. Cero improvisaciones, comunicación gestual nula y verbal deficiente.

Si los emperadores romanos tenían asesores que les recordaban que eran mortales, el alcalde de Leganés debiera pedirle a los suyos que no le metan en más líos de los que por sí tiene. Y voy más allá: si nadie le dice que se ha equivocado gravemente le están haciendo un flaco favor.

André Vermeulen, Consejero Delegado de la compañía Neuro-Link, señala inspirándose en Nelson Mandela, que las ocho características que hacen especial a un líder político son:

1.     Centrado en un propósito
2.     Alto concepto de sí mismo
3.     Optimismo
4.     Serenidad
5.     Auto-eficacia
6.     Asunción de riesgos
7.     Adaptabilidad
8.     Resistencia a la adversidad

Salvo las dos primeras, que se le presuponen a casi cualquier ser humano, Llorente destrozó las seis restantes (que presumiblemente poseía) en un Debate fatídico.
La sesión del jueves nos dejó ya no con mal sabor de boca a los escasos ciberespectadores que contemplamos el debate, sino con una sensación de mediocridad política que le debe ser ajena al alcalde de una gran ciudad que debe jugar en césped y nunca en el lodo del terreno personal.

El hombre tranquilo hubiera contado hasta tres, y con serenidad y auto eficacia habría salido al paso adaptándose al entorno asumiendo con optimismo los riesgos que aplaude Vermuelen. Por suerte, ni Llorente se parece a Mandela ni yo mismo a un consejero delegado de una gran multinacional, así que tampoco me hagan mucho caso.

La sensación que emana del espectáculo vivido es decepción. No por el alcalde de Leganés, sino por Santiago Llorente, y así lo digo y lo escribo. Quien le haga el caldo y además cobre por ello, que rinda cuentas con su conciencia o siga mirando su nómina. Aún quedan tres añitos.


1 comentario:

Ruf. dijo...

Leganés sí está en el mapa, tenemos al peor poeta de España, y parte del extranjero, Josmán, a un Alcalde que es el genuino sociata, gordo, vago, y comilón, Santiagote.

Al tío más salao del mundo, mundial, el Pascual.

Al sociata más histórico, Paco Maldonado.

Y el mejor de todos, el abajo firmante.

Ruf.