
José Luis Pérez Ráez, actual alcalde de Leganés, cambiará su despacho en la Plaza de España por otro en la Asamblea de Madrid.
Ráez acompañará -como número 9- a Rafael Simancas en la lista que el Partido Socialista ha elaborado para intentar arrebatar a Esperanza Aguirre el gobierno de la Comunidad de Madrid.
El regidor leganense, denostado por parte de su partido tras las pasadas elecciones municipales, seguirá el camino de otros regidores como José Quintana (ex de Fuenlabrada), que en su día dejaron el bastón de mando por un escaño en la Asamblea o el Congreso. La salida de Ráez ha dado lugar a muchos y variados comentarios.
Cuando el PP ganó las últimas elecciones en Leganés, un sector de los socialistas leganenses le abrieron la puerta, pero él dijo que ni hablar. A partir de ahí, comenzaron las tensiones internas en un partido que sigue nadando en aguas revueltas.
La intervención de Rafael Simancas fue clave en el `traslado forzoso´ del alcalde. El líder de los socialistas madrileños, como buen jefe, le transmitió a Ráez la necesidad de no presentarse a las próximas elecciones como cabeza de lista en Leganés. Los últimos resultados fueron pésimos, y era el momento de cambiar, de ver una `cara nueva´, y nunca mejor dicho, porque a estas alturas son pocos los leganenses que han visto al nuevo candidato socialista.
Simancas propone para ocupar el puesto vacante a Rafael Gómez Montoya, uno de sus hombres fuertes y además su amigo. Ráez acepta, pero lógicamente con reservas. El regidor, curtido en mil batallas, se asegura un puesto en la lista a las regionales (el número 9 está muy bien), y además le `mete un gol´a Simancas asegurándole que, en el PSOE local, la mayoría aceptará a Montoya como candidato.
Nada más lejos de la realidad. A Gómez Montoya no le quiere nadie –salvo los suyos- y en el PSOE local se forma un taco que obliga a Pérez Ráez a presentar su dimisión como como secretario general. En ese momento entra en escena el PSM, zanjando el asunto con una gestora que `ni pincha ni corta´ y que, además, dice que lo de Rafael Gómez Montoya es `sí o sí´.
Todos los sectores se ven obligados a consensuar una lista electoral que no convence a ninguno, pero que acaban aprobando.
A partir de aquí, la historia ya se conoce. Rafael Gómez Montoya, aún diputado en la Asamblea y candidato desconocido para muchos, aunque él se empeñe en negarlo, empieza a firmar acuerdos y más acuerdos con entidades locales, arropado por una campaña publicitaria más que mediocre. Mientras, José Luis Pérez Ráez, todavía alcalde, se despide de sus vecinos en cada acto público al que acude. La vida sigue.
Ráez acompañará -como número 9- a Rafael Simancas en la lista que el Partido Socialista ha elaborado para intentar arrebatar a Esperanza Aguirre el gobierno de la Comunidad de Madrid.
El regidor leganense, denostado por parte de su partido tras las pasadas elecciones municipales, seguirá el camino de otros regidores como José Quintana (ex de Fuenlabrada), que en su día dejaron el bastón de mando por un escaño en la Asamblea o el Congreso. La salida de Ráez ha dado lugar a muchos y variados comentarios.
Cuando el PP ganó las últimas elecciones en Leganés, un sector de los socialistas leganenses le abrieron la puerta, pero él dijo que ni hablar. A partir de ahí, comenzaron las tensiones internas en un partido que sigue nadando en aguas revueltas.
La intervención de Rafael Simancas fue clave en el `traslado forzoso´ del alcalde. El líder de los socialistas madrileños, como buen jefe, le transmitió a Ráez la necesidad de no presentarse a las próximas elecciones como cabeza de lista en Leganés. Los últimos resultados fueron pésimos, y era el momento de cambiar, de ver una `cara nueva´, y nunca mejor dicho, porque a estas alturas son pocos los leganenses que han visto al nuevo candidato socialista.
Simancas propone para ocupar el puesto vacante a Rafael Gómez Montoya, uno de sus hombres fuertes y además su amigo. Ráez acepta, pero lógicamente con reservas. El regidor, curtido en mil batallas, se asegura un puesto en la lista a las regionales (el número 9 está muy bien), y además le `mete un gol´a Simancas asegurándole que, en el PSOE local, la mayoría aceptará a Montoya como candidato.
Nada más lejos de la realidad. A Gómez Montoya no le quiere nadie –salvo los suyos- y en el PSOE local se forma un taco que obliga a Pérez Ráez a presentar su dimisión como como secretario general. En ese momento entra en escena el PSM, zanjando el asunto con una gestora que `ni pincha ni corta´ y que, además, dice que lo de Rafael Gómez Montoya es `sí o sí´.
Todos los sectores se ven obligados a consensuar una lista electoral que no convence a ninguno, pero que acaban aprobando.
A partir de aquí, la historia ya se conoce. Rafael Gómez Montoya, aún diputado en la Asamblea y candidato desconocido para muchos, aunque él se empeñe en negarlo, empieza a firmar acuerdos y más acuerdos con entidades locales, arropado por una campaña publicitaria más que mediocre. Mientras, José Luis Pérez Ráez, todavía alcalde, se despide de sus vecinos en cada acto público al que acude. La vida sigue.